Gente a la que tienes estima y consideras inteligente, por las buenas abre la boca y suelta estupideces de un nivel abrumador con remedios que escandalizarían a tu cuñado en la cena de Navidad.
Y claro, es difícil volver a poner a esa persona en la estima mental en la que la tenías ubicada. No os rebajéis a eso, de verdad que da vergüenza ajena discutir el diagnóstico consensuado de los cinco especialistas que me atienden y que forman un grupo de trabajo a mi alrededor.