Tenemos muy poca memoria histórica, más aún cuando nos separan varios siglos, y no nos damos cuenta ni valoramos el auténtico hito ingenieril que supone pulsar un botón y tener energía doméstica fiable, asequible (sí, asequible) y de calidad.
Damos por sentado que del grifo sale agua limpia, que el baño se lleva los desechos y que siempre habrá electrones disponibles para nuestras crecientes demandas.