2/ Que nadie me malinterprete, comparto los motivos racionales y egoístas por los que la gente se está deslocalizando sin deslocalizarse, buscando para sí mismas un balance entre su propia calidad de vida y disfrute sin amputarse oportunidades urbanas.
El problema es de fondo: hemos desacoplado la persecución individual de calidad de vida de la persecución social (de todas) de calidad de vida; convirtiendo la calidad de vida en un juego de suma cero en el que, si todos juegan sin hacerse cargo de sus costes, a la larga todos pierden.
3/ Deslocalizarse a la corona periurbana no es nuevo. Los ingleses del XVIII o los romanos del I a.e.c. ya practicaban este modo de vida cuando el dinero se lo permitía. Y el dinero permite de todo cuando no tienes que pagar lo que cuesta ese algo.
La urbanización carece de impuestos pigouvianos, aquellos que corrigen externalidades negativas. Ni en materiales, ni en ocupación de terreno, ni en consumo energético, y eso genera gradientes territoriales que dan como resultado urbanismos no ya ineficientes, sino autolíticos.