¿Quién no quisiera filmar, con el tono de un clásico, una película que, apenas estrenada, simule ya serlo? ¿Y si pudiéramos trasladarnos a la época de los grandes films del cine político italiano y, en lugar de situar como marxista o sindicalista al personaje principal pusiéramos en su lugar a un vitalista nietzscheano, a un spenceriano?
En una época donde las ideas de Hayek siguen de moda, nuestro individualista Eden, desde su autodidacta lectura de Spencer, vuelve a plantear la pregunta por la relación de la escritura con su tiempo. No sin exponer la risa cínica de la burguesía ante el proletariado de las lecturas ajenas.