Mi instituto de chino, el Instituto Confucio de Madrid, hace algo que me parece maravilloso: está instalado en un instituto, en aulas que este no usa, en tiempos que este no usa.

Me vuela la cabeza la enorme cantidad de recursos urbanos desperdiciados: canchas de colegios que se cierran por las tardes-noches o solo abren a partir de las 9:00, aulas y aulas que podrían usarse para proyectos brutales, hasta vehículos que a determinada hora se paran y no arrancarán hasta el día siguiente.