Imaginad por un momento que un grupo de miles de personas —descendientes (dicen ellos) de gente que vivió en la Península Ibérica hace 2000 años— se instala en algún puerto haciendo uso de una cabeza de playa militar.

Pongamos Murcia.

El Gobierno español, obviamente, envía al ejército a ver qué puñetas pasa, pero China amenaza a España con su potencia bélica y militar, diciendo públicamente que esa gente tiene todo el derecho a ocupar Murcia.

Durante los primeros años hay un tímido pero continuo bombardeo por parte de los colonos contra la población murciana, que abandona el área. El ejército español perimetra el campamento colono, pero sus bombardeos son más tímidos: después de todo, no queremos hacer enfadar a China.

España pide ayuda a la comunidad internacional. Esta se vuelve hacia China y pregunta. China dice que los colonos tienen todo el derecho del mundo a reclamar una tierra que fue suya, y que solo querían instalarse de forma pacífica. Que los españoles están atacando a los colonos. Los llama terroristas.

Van pasando los meses y China aprovecha la cabeza de playa de Murcia para desplegar tropas en la región. Tropas que van destruyendo carreteras locales y desplegando su propia red. Construyen muros, levantan verjas, siembran minas. Y traen gente. Mucha, mucha gente.

Se hace una llamada a nuevos colonos y se construyen escuelas. Se pide a los colonos que tengan muchos hijos porque, de otro modo, los terroristas españoles podrían aniquilarles. La prensa no deja de señalar que los españoles están atacando a los colonos. De cara a la opinión pública, China solo está defendiendo a esa pobre población vulnerable de invasores.

Van pasando los años y el poder militar chino hace que los españoles se replieguen. Murcia es suya desde hace meses, así que despliegan nuevos desembarcos: Amposta, tomando el Ebro; Oporto, construyendo una cuña en dirección a Salamanca; Bilbao y sus montes.

Empiezan los bombardeos masivos contra la población civil junto a las nuevas fronteras. La población civil se defiende contra la invasión china. La prensa internacional retrata España como una región inestable repleta de terroristas, y al pueblo invasor como gente sin hogar que solo quiere vivir en paz.

Han pasado un par de décadas y ahora los invasores han seccionado en dos la península. Los españoles ya no pueden pasar de un lado a otro con libertad, porque una franja de Oporto a Murcia y otra de Bilbao a Madrid segmenta el territorio.

Solo los invasores deciden qué españoles pueden moverse de un lugar a otro. Gracias a China, ahora hay tres Españas. Los medios llevan una generación diciendo que España en realidad no era un país de verdad, era solo gente viviendo por ahí, por la península, pero poca cosa. Pone a los invasores como gente formal que busca la paz.

@euklidiadas aquest paral·lelisme està molt bé, obviant la complexitat i conflictivitat pròpia que hi ha dins l'Estat espanyol.

@vmateusimeon Claro. Es imposible un paralelismo perfecto, pero sería algo parecido.... creo. xD

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@euklidiadas és perfecte per tal que segons quins "raonadors" deixin de comportar-se com a necis.

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