Todos lo que me conocen saben que soy radical. Mi historia personal no puede ser más radical: no hay más prosapia radical que presidir un comité de distrito. Es adonde van los afiliados y es la asamblea de base de los vecinos radicales. ¿A qué va esto? Abro hilo 👇 #Ballotage
Pues bien, yo fui presidente de mi comité de distrito durante dos períodos ganando sendas elecciones internas, ademas de otros cargos y décadas de militancia. Le discuto prosapia radical a cualquiera.
Me alejé de la militancia partidaria orgánica después de la convención de Gualeguaychú. El acuerdo con la derecha conservadora no me representaba ni a mí, ni a la causa de los desposeídos. Sin embargo, guardé prudente silencio.
Ese silencio tuvo como objeto no exponer lo que yo considero un auténtico proyecto radical (que es lo mismo que decir un proyecto popular), la Universidad Nacional de La Plata, donde me desempeño como Secretario General.
La Universidad Nacional de La Plata representa el proyecto más acabado de Universidad Reformista: abierta, inclusiva, de calidad, con una producción científica y académica a la altura de las mejores del mundo.
Al mismo tiempo, eso es posible porque nos hacemos cargo del mandato de Sergio Karakachoff: el antiperonismo no puede ser el clivaje que divida la política argentina. El proyecto de la UNLP reúne a radicales, peronistas, agrupaciones de la izquierda popular e independientes.
Cuando la política argentina se rige por la contradicción peronismo-antiperonismo, lo que triunfa es la reacción, los sectores del privilegio, conservadores y concentrados, sostenía el Ruso Karakachoff. Sigue siendo cierto.
Que hay diferencias entre radicales, peronistas y la izquierda, no hay duda. Pero tampoco hay dudas que de hay acuerdos fundamentales que cuando se logran, hacen avanzar a las instituciones, promueven derechos, construyen dignidad y crean oportunidades para quienes menos tienen.
La UNLP, en todos los indicadores de desempeño, incluyendo producción académica y científica, está entre las mejores del continente y del mundo, como nunca antes.
Eso me da alguna legitimidad para hablar como radical: pretender neutralidad cuando una de las opciones expresa un fascismo terraplanista, bruto, ignorante y violento, y la otra es, simplemente, peronista, no permite duda alguna.
Por eso votaré a Massa. Hubiera votado a Bullrich si ella hubiera sido la opción contra Milei aunque la deriva de estas horas me provoca vergüenza. Es una elección de opciones acotadas, y es Massa quien enfrenta al fascismo. Con todas mis críticas no albergo la mínima duda.
Me alejé de la militancia partidaria orgánica después de la convención de Gualeguaychú. El acuerdo con la derecha conservadora no me representaba ni a mí, ni a la causa de los desposeídos. Sin embargo, guardé prudente silencio.