Pasear Madrid cerrado al tráfico siempre es una gozada. La reivindicación de la trashumancia nos regala dos días al año del centro consagrado al folclore rural.
No puede uno perdérselo. Ni olvidar que siempre hay qué reivindicar.
La de hoy ha quedado deslucida por las formas de la foto y la urgencia por dispersar al personal.
Habrá más. Necesariamente mejores.